Desde que ando por twitter no tengo mucha necesidad de venir por el blog, siempre me parecen suficientes los 140 caracteres para expresar mis opiniones. El caso es que hoy he hecho un comentario que quería reflejar mi perplejidad por las críticas a que Esperanza Aguirre sea contratada por una empresa privada, que nunca ha tenido vinculación con la Comunidad de Madrid, y a la vez siga siendo presidenta del partido popular madrileño, y cuando he preguntado a algún seguidor si se entendía me ha contestado que no.
Aprovecho pues esta circunstancia para dar una vuelta por aquí, escribir algo y de paso, actualizar novela en espera y película.
Decía en el tweet si los españoles sabemos que queremos de nuestros políticos, al margen de las generales de la ley de gestionar con honradez, inteligencia y eficacia, claro. Creo que las circunstancias de la salida de Esperanza Aguirre de la política han sido llamativamente ejemplares. Una mujer que ha ostentado las más altas responsabilidades en la política nacional, sin ningún escandalo, desde la cresta de la ola de una mayoría absoluta, se va y se incorpora a su plaza de funcionaria manteniendo su cargo orgánico en el partido. Una empresa privada se interesa por ella y se inicia un debate público sobre si es legal o estético su comportamiento.
Y pregunto, si no se puede hacer eso ¿qué se puede hacer? Exactamente que queremos de nuestros políticos ¿qué sean ricos por su casa? ¿qué solo puedan ser funcionarios?
Comparto la necesidad de máxima transparencia en lo público, también me parece importante que no se envuelva en esa noble exigencia lo que toda la vida ha sido vulgar envidia.
Cuanto nos gustaría a muchos que, llegado ese momento, alguna empresa privada, seria y solvente se acordase de nosotros. Chapó por Esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario